Alteración de especies autóctonas
Uno de los efectos más directos
del cambio climático en nuestro país es la desaparición o alteración de los
ecosistemas. El oso pardo, protegido desde 1973 y del que aún sobreviven dos
especies, la pirenaica y la cantábrica, tendrá que enfrentarse a la completa
desaparición de las condiciones climáticas favorables para su supervivencia.
Por su parte, el alcornoque, materia prima de la industria del corcho y factor
fundamental en la conservación del suelo, desaparecerá del suroeste de España
hacia mediados de siglo, y de Cataluña a finales.Aparición de especies invasoras
El aumento de la temperatura hará posible la proliferación de especies exóticas. Una de ellas es el mejillón cebra, que se detectó por primera vez en el Ebro, y que ya se ha extendido por las cuencas del Júcar, el Segura y el Guadalquivir. Su expansión es preocupante porque modifica las características físico-químicas del agua, lo que afecta a la fauna y flora autóctonas, y puede obstruir el normal uso de de las construcciones hidráulicas donde se instala.
Otra especie que prolifera
preocupantemente es la medusa, cuya presencia en nuestras costas ya está
perjudicando gravemente el turismo de playa y la pesca.
Efectos sobre la economía
La alteración de las especies que
habitan en nuestra geografía tiene consecuencias directas sobre los sectores
económicos que dependen de ellas. Entre otros, el vitivinícola ya está viendo
su producción afectada, con mayor riesgo de heladas, menores períodos de
maduración de la uva, falta de agua y cambios en los patrones de plagas y
enfermedades. Las regiones productoras del sur de la Península verán su
producción reducida en favor de las del norte, sin que ello pueda asegurar la
calidad.También se sentirán los efectos del cambio climático en los sectores que dependen directamente del clima. Especialmente el turismo, en el que nuestro país ocupa el segundo lugar del mundo por ingresos. El calor ya traspasa en determinados momentos del año la “temperatura de confort” para el turismo estival, tanto de interior como de playa. El turismo de nieve, por su parte, tendrá que lidiar con un ascenso en la cota esquiable y unas temporadas cada vez más cortas.
Subida del nivel del mar e
inundaciones
Además de la subida del nivel del
mar a consecuencia del cambio climático, durante la segunda mitad del siglo
hasta 202 hectáreas de terreno en la costa de Bizkaia se encontrarán en riesgo
de inundación. Aproximadamente la mitad de ese terreno corresponde a núcleos
urbanizados, tanto industriales como residenciales.
Riesgos para la salud
El cambio climático también presenta
riesgos para la salud. En primer lugar, las olas de frío y calor extremo serán
más extremas y duraderas, por lo que previsiblemente se cobrarán más vidas.
Además, el incremento de la temperatura favorecerá las condiciones de
habitabilidad de varios tipos de mosquitos, así como su capacidad de transmitir
enfermedades infecciosas. De ese modo,
enfermedades como la meningitis y la hepatitis se transmitirían más fácilmente
en las áreas de riesgo, mientras que otras enfermedades ya erradicadas, como la
malaria, podrían volver a reaparecer en el Delta del Ebro.
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